El mindfulness puede entenderse como atención y conciencia plena, como presencia atenta y reflexiva a lo que sucede en el momento actual. Pretende que la persona se centre en el momento presente de un modo activo, procurando no interferir ni valorar lo que se siente o se percibe en cada momento. Como procedimiento terapéutico busca, ante todo, que los aspectos emocionales y cualesquiera otros procesos de carácter no verbal, sean aceptados y vividos en su propia condición, sin ser evitados o intentar controlarlos. El control sobre sucesos incontrolables, sujetos a procesamiento automático, requiere de la mera experimentación y exposición natural con la menor interferencia posible. Aunque el mindfulness ha adquirido una cierta notoriedad, sobre todo en USA, de mano de los valores orientales, refiere a algunos aspectos ya conocidos en psicología: la exposición y la autorregulación basadas en las técnicas de biofeedback o en el uso de la hipnosis, donde hay un dejar que los fenómenos perceptivos y sensoriales se muestren como ellos son. Su principal utilidad, más allá de las técnicas concretas que ofrezca, tal vez sea el contrastar con una psicología que propugna el control, el bienestar, la eliminación del estrés, la ansiedad, etc., mediante procedimientos que, a falta de esa experimentación natural, pueden contribuir a perpetuarlos.
Mindfulness puede ser muy útil en los trastornos de ansiedad. Bajo este problema, nuestro foco de atención se estrecha hacia pensamientos disruptivos o sensaciones físicas desagradables, ambos con una tendencia de preocupación hacia el futuro sobre amenazas potenciales que nos generen daño. Ello predispone a las personas hacia una carencia de consciencia sobre lo que está ocurriendo realmente en el momento presente.
La práctica de Mindfulness ofrece una orientación radicalmente diferente en la que la ansiedad es observada y permitida de forma deliberada gracias a una actitud de aceptación, apertura y curiosidad. Por ello, la practica de Mindfulness puede incrementar nuestra tolerancia al estrés, interrumpir la frecuente evitación y por último promover una autorregulación adaptativa y un funcionamiento más saludable de la interacción mente-cuerpo. (Brantley, 2003).
"Si durante la mayoría de esos momentos no estamos plenamente presentes, es posible no solo que nos perdamos aquello que es más valioso en nuestra vida, sino también que no nos percatemos de la riqueza y profundidad de nuestras posibilidades de crecimiento y transformación." John Kabat-Zinn