Las aplicaciones de mensajería instantánea han revolucionado la comunicación entre las personas y su auge ha alcanzado tal punto y con tal rapidez, que se ha adelantado a nuestra capacidad para determinar su buen uso.

Existen multitud de aplicaciones que nos permiten la mensajería instantánea, pero la que mayor éxito cosecha a nivel actual es Whatsapp, llegando incluso a haberse verbalizado su nombre con la palabra Guasapear o Whastappear.

WhatsappEl fenómeno es tan novedoso que apenas existen estudios serios que hayan determinado las posibles consecuencias nocivas de un abuso continuado.

Los beneficios por su reducido coste, inmediatez, interacción en grupo y mantenimiento de relaciones hacen de estas herramientas un medio muy útil y atractivo para la comunicación entre personas.

Pero en terapia se observa cada vez más que están apareciendo problemáticas asociadas a su abuso, sobre todo en las relaciones de pareja. Es necesario que se haga una revisión de estas herramientas por parte de los profesionales, de cara a que se puedan establecer pautas educativas sobre la prevención de conductas adictivas y conflictos interrelacionales.

No malinterpretar, no discutir. Conversaciones de poca profundidad.

Esta herramienta resulta fantástica para mensajería corta, inmediata y como forma de mantenernos en contacto con gente sin tener que hacer demasiado esfuerzo. Pero es muy importante observar que como medio de comunicación tiene limitaciones patentes relacionadas con la falta de comunicación no verbal y paraverbal.

Existen estudios que reflejan que a la hora de comunicarse en persona el contenido verbal sólo representa alrededor del 10% del impacto del mensaje dejando un 50% a la comunicación no verbal y otro 40% a las claves vocales que acompañan al mensaje (Comunicación paraverbal). Si tenemos en cuenta que en nuestros mensajes los elementos para poder representar "la forma" en que nos comunicamos son sólo los emoticonos o el uso de mayúsculas, las posibilidades de "equivocarse" en la interpretación del mensaje son muy altas, sobre todo si nos encontramos en estados emocionales alterados o situaciones de conflicto.

Puede ser suficiente con plantearse la pregunta: ¿Si lo tuvieses delante, le diría lo mismo? De cara a adquirir cierto autocontrol en nuestras palabras, es importante que reflexionemos antes de enviar ciertos mensajes. El no estar cara a cara con la otra persona, nos puede desinhibir fácilmente.

Por tanto, en las ocasiones en las que queramos tratar temas importantes, de cierta relevancia para la relación que tenemos con la persona a comunicarse en cuestión, los mensajes deberían restringirse al planteamiento de una conversación en persona cuando sea posible.

Número razonable de conexiones

No existe ningún número determinado, ni ninguna referencia que nos permita establecer un límite adecuado para todas las personas, ya que cada uno tenemos nuestras circunstancias particulares de uso. Ahora bien, cuando nos damos cuenta de que estamos constantemente atentos al móvil, lo revisamos a cada rato, nos genera ansiedad el no comprobarlo y no pasamos ni un sólo minuto al día sin tenerlo cerca, podemos empezar a preocuparnos por la dependencia generada.

Es curioso observar como el número de "zombies whatsapperos" está aumentando alarmantemente por las calles....personas que son capaces de andar sin mirar al frente, con las manos levantadas mientras escriben al tiempo que sonríen, lloran o se preocupan sin llegar a chocarse con nada (habitualmente). Parece como si estas personas no pudiesen perder ni un segundo en comunicarse, ya que para ellos caminar sólo consiste en trasladarse. Con la intención de salir de este estado alienado, es recomendable no escribir caminando, levantar la cabeza para observar el camino y las personas, permitirnos un descanso de la conexión y centrarnos en los estímulos externos y las sensaciones.

Uso de whatsapp durante interacciones en persona

Con el uso de las tecnologías nos estamos acostumbrando a mantener nuestras relaciones de forma preocupantemente "virtual". No debemos olvidar, que la esencia de las relaciones sociales se encuentra en los encuentros en vivo, en los que podemos captar toda la riqueza de los mensajes ajenos y permitirnos disfrutar de la conexión emocional a través de las neuronas espejo.

Si en general nos resulta complicado fomentar las reuniones en persona, es deseable que cuando quedemos con otras personas dejemos a un lado la revisión constante de nuestro dispositivo. No significa esto que tengamos que apagar el móvil cada vez que nos reunamos con otros, pero si es cierto que para poder prestar atención a las conversaciones y trasmitirle a la otra persona que lo estamos haciendo, puede ser recomendable mantener en silencio el teléfono.

Estados en línea

El estar pendiente del "estado en línea” de las demás persona puede suponer un verdadero quebradero de cabeza. La posibilidad de que la otra persona aparezca en línea puede darse en cualquier momento del día y no tiene por qué significar que la otra persona está al otro lado del teléfono. Esta posibilidad supone un refuerzo intermitente (parecido al que ocurre en la ludopatía) que puede acabar haciéndolo muy adictivo.

También puede llegar a convertirse en un gran disruptor de nuestra atención, suponiéndonos un reforzador constante a corto plazo que nos impide mantener la concentración plena en otras tareas importantes como el trabajo o el desarrollo personal

Si nos encontramos en una relación poco equilibrada, en la que haya poca confianza o una relación de dependencia emocional, podemos acabar siendo esclavos de la revisión de estados como manera de control o simplemente "acercamiento" hacia la otra persona.

    • “en línea” significa que la persona tiene WhatsApp abierto y que la aplicación está conectada a Internet. Sin embargo, no significa que la persona ha leído los mensajes en sus chats.

    • “últ. vez en línea… ” se refiere a la última vez que alguien se conectó a WhatsApp.

  • ☛ Consejo: Ajustes>ajustes de chat>avanzado> desactiva “última hora en línea” y vive en una placentera ignorancia, serás más feliz sin saber a qué hora estuvo en línea por última vez. *Sólo para Iphone

Mención aparte merece la fotografía y la frase que acompaña a cada usuario. Hemos llegado a observar cómo hay personas, sobre todo en estados de cierta inestabilidad emocional, que tienden a interpretar de forma exagerada lo que la gente pone o la fotografía que muestran. Esto nos lleva a recomendar que en estados emocionales alterados, no se dé demasiado crédito a las interpretaciones de estos estados, ya que la distorsión del pensamiento puede tender hacia una negatividad extrema.

Reconocer nuestros estados...vigilar la ebriedad.

A veces nos podemos encontrar especialmente alterados y esto nos puede afectar a nuestra manera de interpretar los mensajes. Cuando nos sentimos especialmente tristes, angustiados, iracundos o afectados, debemos tomarnos con mucha mesura el uso del whatsapp, ya que podemos tener muy distorsionada la visión de la realidad. Es muy importante dedicar primero un rato a serenarse y parar la agitación antes de "volver a la carga"....ya que si no, podríamos acabar mal parados ante la falta de reflexión de nuestra propia conducta.

Cuando nos encontremos bajo los efectos de alguna sustancia es preferible alejarnos del whatsapp para no "arrepentirnos" a la mañana siguiente de conversaciones inadecuadas. En casos de extrema ebriedad puede llegar a ser extremadamente recomendable apagar el móvil, sobre todo si nos encontramos en una situación de conflicto con nuestra pareja o alguna persona cercana.

Limitar los grupos

Actualmente los grupos en whatsapp se han convertido en una manera muy habitual de relacionarnos con los demás. Resulta muy ventajoso para organizar eventos y desarrollar trabajo en grupo y también puede ser de utilidad para mantener un canal abierto de comunicación entre familares o grupos de amigos.

Ahora bien, es importante saber discriminar entre el uso adecuado al tema del grupo y no caer en comunicaciones entre dos o tres personas del grupo que no sean relevantes para el resto o el tema en sí. La cantidad de mensajes que se envían, así como el elevado número de grupos del que podemos formar parte puede convertir el buzón de whatsapp en otra fuente de estrés al tener que estar atento a las diferentes conversaciones.

Debemos intentar moderarnos en el uso y si tenemos dudas antes de enviar el mensaje, reflexionar si es adecuado o excesivo....si queremos comunicarnos con alguien particularmente, es preferible salir del grupo y hacerlo individualmente.

  • Consejo: Chat de grupo>info>silencio>selecciona el más apropiado a tu nivel de paciencia.

Instantánea es la forma de llegar, no la forma de contestar

La velocidad con la que llegan nuestros mensajes nos puede llegar a condicionar a la hora de querer obtener respuesta. En ocasiones, incluso nos olvidamos de que aunque nosotros contestemos de forma inmediata, no tiene por qué darse de forma recíproca ese mismo comportamiento y debemos ser respetuosos y pacientes al esperar la respuesta.

Nuestra frecuencia de respuesta puede condicionar la expectativa que los demás tengan de nosotros a la hora de relacionarnos por whatsapp, por ello es preferible no estar contestando a cada instante, respetar ciertos descansos y sobre todo, permitirnos desconectarnos sin sentir culpabilidad. Cuanto más repetimos la frecuencia, mayor incertidumbre generamos con la consiguiente ansiedad.

Respeto de horarios

Es importante tener en cuenta que no todo el mundo tiene los mismos horarios y tampoco todo el mundo tiende a apagar el sonido cuando está descansando o quiere estar desconectado (aunque cada vez somos más conscientes de ello).

Con el fin de ser un poco respetuosos con los descansos ajenos, es recomendable plantearse si la hora en la que enviamos el mensaje puede resultar muy tarde o muy temprana para la otra persona.

Cuándo podemos hablar de adicción.

Teniendo en cuenta la gran cantidad de tiempo que dedicamos actualmente al uso de las nuevas tecnologías y, en nuestro caso, a la mensajería instantánea, existen voces alarmantes al respecto de hablar de una adicción, sobre todo en la gente joven.

Para poder establecer límites en lo que se refiere a una conducta normal y una adictiva, podemos tener en cuenta algunos factores como:

  • Pérdida de Control
  • Fuerte dependencia psicológica
  • Pérdida de interés por otras actividades gratificantes
  • Interferencia grave en la vida cotidiana.

Con la intención de observar si se está produciendo un abuso de la mensajería instantánea, llegando a producirse una conducta adictiva, también podemos tener en cuenta los criterios clásicos de Dependencia, Tolerancia y Síndrome de Abstinencia, con las siguientes características:

  • Que exista una necesidad de dedicar cada vez más tiempo a la revisión y uso del Whatsapp, para obtener el mismo grado de satisfacción.

  • Que se produzca una acceso a la aplicación cada vez más frecuente o durante periodos más largos de los que se tenían programados.

  • Que el uso interfiera, provocando un detrimento del tiempo dedicado a otras actividades lúdicas, profesionales o sociales.

  • Que existan síntomas de ansiedad, agitación, pensamientos obsesivos al respecto, que sólo se calmen al producirse revisiones constantes del dispositivo.
  • Que a pesar de intentarlo, se produzcan esfuerzos infructuosos por abandonar la conducta recurrente.

En caso de existir algunos de los factores mencionados, es recomendable la consulta a un profesional.

Mensajería instantánea y fobia social

Para las personas que tienen dificultades de timidez extrema o fobia social, el uso de Whatsapp puede ser un buen “escudo” con el que protegerse de las respuestas ajenas que generen ansiedad.

Lo que a priori podría resultar ventajoso en cuanto al aumento de la comunicación con los demás, puede acabar convirtiéndose en una “jaula virtual” impidiendo a la persona desarrollar sus habilidades sociales en un contexto real, de persona a persona.

Es deseable que el uso de los mensajes instantáneos para estas personas sea de carácter limitado y se restrinja exclusivamente a facilitar contactos o citas, pero sin convertirse en el único refugio desde el que poder establecer una comunicación segura. Ello podría llevar a una evitación cada vez mayor de las relaciones sociales en vivo.

 

Autor: Ignacio Calvo
Psicólogo Colegiado M-17.577

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