Conducir un vehículo puede ser una actividad cotidiana y necesaria para millones de personas, pero para otras, es una fuente constante de ansiedad, temor o incluso terror. ¿Te ha pasado alguna vez sentirte incómodo manejando en la autopista? ¿Te has detenido antes de subir al coche por sentirte inseguro o nervioso? Si es así, no estás solo. Aunque solemos asociar el miedo a conducir con experiencias traumáticas como un accidente, investigaciones recientes muestran que este miedo puede tener muchas otras causas, igual de válidas y profundas.
Rompiendo el mito: No todo miedo al volante viene de un accidente
Durante años, gran parte de la investigación sobre la ansiedad al conducir se ha enfocado en personas que han sufrido accidentes. Esto ha generado una creencia generalizada: si alguien tiene miedo de manejar, seguramente vivió un choque o presenció uno. Pero un estudio reciente y detallado de un equipo internacional de investigadores, encabezado por A. Stephens y colegas, desafía esta idea ((Stephens et al., 2022)).
El estudio encuestó a más de 1,600 personas en Australia que afirmaron experimentar algún grado de ansiedad al conducir. ¿La sorpresa? Solo el 14% de los participantes atribuyó su ansiedad directamente a haber estado involucrado en un accidente. En cambio, otras causas fueron más comunes e igual de significativas.
Orígenes más comunes de la ansiedad al conducir
1. Ataques de pánico mientras se conduce
Un número considerable de participantes mencionó que su ansiedad comenzó tras sufrir un ataque de pánico mientras estaban al volante. Vivir algo así puede convertir el auto en un lugar inseguro, incluso si físicamente nada ocurrió.
2. Críticas o juicios de otros mientras conducen
Otra fuente común fueron las críticas constantes o los juicios por parte de pasajeros u otros conductores. Comentarios como “¡Estás muy cerca de ese coche!” o “No sabes estacionar bien” pueden generar un miedo persistente sin que haya ocurrido un accidente.
3. Conocer a alguien que sufrió un accidente
Algunos comenzaron a sentir ansiedad después de que un familiar o amigo tuviera un accidente, pensando “¿Y si me pasa a mí también?”. Esto convierte la conducción en un riesgo constante, aunque nada les haya ocurrido directamente.
¿Cómo se manifiesta esta ansiedad?
El estudio identificó dos grandes tipos de preocupaciones:
- Preocupaciones relacionadas con accidentes: miedo a chocar, a no reaccionar a tiempo o a no tener control del vehículo.
- Preocupaciones sociales y de pánico: temor a ser juzgado, a tener un ataque de ansiedad o desmayarse al volante.
Curiosamente, quienes desarrollaron su ansiedad por críticas de otros mostraron más preocupaciones sociales y de pánico que quienes habían vivido un accidente.
¿Qué impacto tiene en la vida?
La ansiedad al conducir tiene efectos que trascienden el momento al volante:
- Muchas personas evitan conducir en ciertas condiciones hasta perder independencia.
- Genera dificultades laborales y sociales al no poder asistir a reuniones o trabajar lejos de casa.
- Puede causar aislamiento emocional y baja autoestima por sentirse “incapaz”.
¿Qué se puede hacer?
- Identificar el origen del miedo: saber si surgió por críticas, pánico o historias ajenas es el primer paso.
- Hablarlo con personas de confianza: compartirlo reduce el peso emocional.
- Buscar ayuda profesional: terapias como la cognitivo-conductual ayudan a cambiar pensamientos y exponerse gradualmente.
- Practicar con seguridad: con instructores especializados o tecnología que brinde mayor control.
- Reformular pensamientos: cambiar “me va a pasar algo” por “he manejado muchas veces sin problema”.
Conclusión
La ansiedad al conducir no siempre viene de un accidente. Puede nacer de ataques de pánico, del miedo a ser juzgado o de historias de otros. Comprender estos orígenes permite tratarla con empatía y estrategias adecuadas.
Si tú o alguien cercano vive esto, recuerda: no está solo y hay formas de volver a manejar con tranquilidad y confianza.
