Las fobias simples, también llamadas específicas, pueden implicar objetos o situaciónes tales como espacios cerrados, insectos, alturas, oscuridad, ascensores, puentes, animales, volar, etc. Una fobia simple difiere de la agorafobia en que la ansiedad está centrada en un objeto o situación externa específica y se halla presente sólo cuando se hace frente (de forma imaginada o real) a ese objeto o situación.
Las fobias simples son comunes y normalmente no generan problemas importantes en la vida diaria, pues se tienden a evitar en la medida de lo posible. Una fobia se convierte en un problema sólo cuando el objeto o situación temidos no pueden evitarse con facilidad y resultan relevantes para la vida personal o laboral del individuo.
De qué forma se puede adquirir una fobia
A la hora de desarrollar un trastorno de ansiedad hay que tener en cuenta tanto los factores internos de la personalidad y el carácter como los factores externos relacionados con eventos traumáticos, estilos de educación, ambiente familiar, etc., ya que ambos interactúan entre sí dando lugar a una vulnerabilidad mayor o menor en cada persona al padecer dichos tratornos.
Podemos hablar de tres posibilidades frecuentes en la adquisición de la fobia:
- Condicionamiento Clásico. Cuando la persona vive una experiencia desagradable, por ejemplo, desarrollar una fobia a volar al tener un aterrizaje de emergencia, en la que el avión se convierte en un estímulo condicionado para la respuesta de ansiedad.
- Aprendizaje cognitivo. Por medio de la información recibida, que puede venir de diferentes fuentes, sobre todo las que el individuo considere más relevantes. Por ejemplo, puede darse el caso de haber escuchado historias sobre los peligros del mar, haber visto películas sobre naufragios o haber leído una noticia sobre personas que se ahogan y desarrollar un miedo intenso al agua que puede desembocar en fobia.
- Modelado. Cuando una persona significativa ( sobre todo en relaciones paterno-filiales) tiene miedo intenso hacia alguna situación u objeto, el individuo puede desarrollar una fobia por aprendizaje. Al igual que puede darse si se está presente durante una experiencia traumática o dolorosa que viva alguien cercano.
Componentes de las fobias
Es conveniente distinguir entre dos componentes de las fobias: La ansiedad fóbica y la evitación fóbica.
Cuando hablamos de ansiedad fóbica nos referimos a la que aparece ante la presencia imaginada o real de la situación, objeto o persona temidos, mostrándose a través de multitud de síntomas fisiológicos como la taquicardia, dificultad para respirar, sudoración, cognitivos como percepción de inseguridad o pérdida de control, y motores como la paralización.
La evitación se refiere a la tendencia a rehuír el contacto con el estímulo fóbico. Como resultado de la ansiedad, el individuo tiende a reunir toda la información posible sobre las situaciones relacionadas con estímulo tratando de evitar aquellas en las que se considere que haya peligro o amenaza. Cuando se huye de una situación generadora de ansiedad, esta conducta se refuerza al producir un alivio inmediato en la persona. De forma que se mantiene la tendencia a evitar en el tiempo y, a su vez, se incrementa la sensación de ansiedad ante la fobia.
Tipos de Fobia
Los estímulos que pueden provocar reacciones fóbicas son prácticamente ilimitados y de toda índole, como fobia a la oscuridad, la sangre, el viento, la conducción, etc. Siguiendo la clasificación DSM-IV podemos distinguir cinco categorías:
- Tipo Animal. Hace referencia a distintos tipos de animales, que incluyen desde insectos (cucarachas, arañas, etc) hasta mamíferos (perros, gatos, etc.) pasando por aves y, por supuesto, reptiles, siendo la fobia a las serpientes de las más comunes. Este tipo de fobia suele aparecer en la infancia.
- Tipo Ambiental. Al igual que las anteriores, suele tener su comienzo en la infancia y se refiere a los acontecimietos relacionados con la naturaleza y los fenómenos naturales como huracanes, aguas profundas, viento, etc.
- Tipo Sangre-Inyecciones-Daño. La reacción de ansiedad ocurre aquí ante estímulos relacionados con la sangre, operaciones, heridas e incluso todo lo que esté relacionado con el ámbito hospitalario o quirúrgico). Este tipo suele darse en miembros de una misma familia y como síntoma característico se encuentran los desmayos.
- Tipo situacional. Se refieren a aquellas situaciones que comparten condiciones comunes como por ejemplo los lugares cerrados como ascensores, aviones, transporte público, etc.
- Otros tipos. Se incluyen en este grupo aquellas situaciones que puedan llevar a padecer alguna enfermedad, a sufrir atragantamiento o inducir al vómito. Además, también pueden aparecer miedos de sujección, a perder los automatismos, a los ruidos fuertes, etc.
Tratamiento
Las terapias psicológicas que han sido más investigadas como beneficiosas para las personas con una fobia son: la técnica de "inundación" o las terapias graduadas de exposición, entre las que se encuentra la Desensibilización Sistemática (DS). Todas estas técnicas se enmarcan en el enfoque de la terapia cognitivo-conductual (TCC).
La mayoría de las personas que tienen fobias entienden que están sufriendo de un miedo irracional o desproporcionado, aunque este reconocimiento no impide que sigan manifestando esa intensa reacción emocional ante el estímulo fóbico. La exposición graduada y la TCC trabajan con la meta de desensibilizar a la persona y de cambiar los patrones de pensamiento que están contribuyendo a su miedo.
Las técnicas basadas en la TCC son a menudo eficaces, siempre y cuando la persona con este problema esté dispuesta a someterse a un tratamiento que puede durar algunos meses (en ocasiones semanas).
Dentro de las llamadas terapias conductistas de tercera generación, también se están dando buenos resultados con la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) como complemento a la TCC, con el objetivo de generalizar los resultados y prevenir las recaídas.
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Criterios para el diagnóstico de
F40.2 Fobia específica (300.29)
A. Temor acusado y persistente que es excesivo o irracional, desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o situación específicos (p. ej., volar, precipicios, animales, administración de inyecciones, visión de sangre).
B. La exposición al estímulo fóbico provoca casi invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad, que puede tomar la forma de una crisis de angustia situacional o más o menos relacionada con una situación determinada. Nota: En los niños la ansiedad puede traducirse en lloros, berrinches, inhibición o abrazos.
C. La persona reconoce que este miedo es excesivo o irracional. Nota: En los niños este reconocimiento puede faltar.
D. La(s) situación(es) fóbica(s) se evitan o se soportan a costa de una intensa ansiedad o malestar.
E. Los comportamientos de evitación, la anticipación ansiosa, o el malestar provocados por la(s) situación(es) temida(s) interfieren acusadamente con la rutina normal de la persona, con las relaciones laborales (o académicas) o sociales, o bien provocan un malestar clínicamente significativo.
F. En los menores de 18 años la duración de estos síntomas debe haber sido de 6 meses como mínimo.
G. La ansiedad, las crisis de angustia o los comportamientos de evitación fóbica asociados a objetos o situaciones específicos no pueden explicarse mejor por la presencia de otro trastorno mental, por ejemplo, un trastorno obsesivo-compulsivo (p. ej., miedo a la suciedad en un individuo con ideas obsesivas de contaminación), trastorno por estrés postraumático (p. ej., evitación de estímulos relacionados con un acontecimiento altamente estresante), trastorno de ansiedad por separación (p. ej., evitación de ir a la escuela), fobia social (p. ej., evitación de situaciones sociales por miedo a que resulten embarazosas), trastorno de angustia con agorafobia, o agorafobia sin historia de trastorno de angustia.
Especificar tipo:
Tipo ambiental (p. ej., alturas, tormentas, agua)
Tipo sangre-inyecciones-daño
Tipo situacional (p. ej., aviones, ascensores, recintos cerrados)
Otros tipos (p. ej., evitación fóbica de situaciones que pueden provocar atragantamiento, vómito o adquisición de una enfermedad; en los niños, evitación de sonidos intensos o personas disfrazadas).
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